Furukawa Plantaciones C.A. nos recuerda que en plena era digital y de las comunicaciones, las divisiones y jerarquías entre poblaciones y territorios persisten, pues, los países de la periferia continúan precarizando a ciertas poblaciones para extraer materia prima, que será recibida, procesada y comercializada por los países del centro, sin que se cuestione demasiado su procedencia. Es claro lo dicho por André Frank (1974): el desarrollo y el subdesarrollo son dos procesos dialécticamente entrelazados.. Para el caso abordado, el desarrollo de la empresa tiene lugar gracias al subdesarrollo, explotación, precarización y racialización de campesinos ubicados en el borde de las periferias del sistema-mundo.
En informe emitido por la Defensoría del Pueblo (2019) se establece que la empresa es subsidiaria de la transnacional japonesa FPC Marketing Co. Ltd. En Ecuador, Furukawa está constituida por cuatro socios, el mayoritario registrado en la Superintendencia de Compañías del Ecuador es FPC Marketing Co. Ltd., que aportó prácticamente todo el capital de la empresa (Ver tabla 1). Así mismo, del informe de la DPE se desprende información económica de la compañía del año 2017, por ejemplo, en ese año Furukawa registró en su nómina 289 empleados, entre ellos se contaba a personal administrativo y trabajadores agrícolas. En ese mismo período la abacalera generó ganancias por 8,4 millones de dólares, y, declaró ante el Servicio de Rentas Internas (SRI) 228 mil dólares como impuesto a la renta y 26 mil dólares como impuesto a la salida de divisas (Ver tabla 2).
De otro lado, el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES), utilizando datos proporcionados por el Banco Central del Ecuador (BCE), preparó una tabla en la que se registran las exportaciones realizadas por Furukawa hacia países industrializados (Ver tabla 3). De esta tabla se conoce, que hasta el año 2018 el principal comprador de abacá proveniente de la compañía Furukawa era Japón, seguido por Filipinas. Para matizar la información elaborada por CDES, en el reportaje periodístico “Trabajadores ecuatorianos explotados como hace 200 años” (El País 2019) se afirmó que, una parte de la producción de Furukawa llega a la Unión Europea y que dos de sus principales compradores eran las compañías: Celulosa de Levante (CELESA) de origen catalán y Ahlstrom Chirnside, una empresa británica, subsidiaria de la transnacional Ahlstrom- Munksjö. Ambas empresas se dedican a la producción de pulpas de celulosa, a partir de fibras consideradas como no tradicionales como son: lino, cañamo, sisal, yute, algodón, esparto y por supuesto abacá.
Un primer acercamiento al discurso ambientalista/capitalista
Bajo la promesa de desarrollo económico y social, los gobiernos del sur global se insertaron en ciclos extractivistas para competir con otros países del tercer mundo en los mercados internacionales de commodities. No obstante, en las últimas décadas el discurso capitalista se adaptó, las transnacionales asumieron como propio el discurso de la nueva conciencia ambiental y a partir de estas dinámicas se consolidó “un estilo de desarrollo neoextractivista que genera ventajas comparativas, visibles en el crecimiento económico, al tiempo que produce nuevas asimetrías y conflictos sociales, económicos, ambientales y político-culturales” (Svampa 2013, 30).
De ahí en adelante, los países con mayor “desarrollo”, tienden a buscar e invertir en alternativas tecnológicas que garanticen crecimiento sin combustibles fósiles. También promueven el desarrollo científico de energías alternativas amigables con el ambiente. Los países del primer mundo se presentan en las grandes convenciones de cambio climático y de biodiversidad. A estos eventos envían a sus científicos, técnicos y políticos para debatir acerca de la mejor forma para valorar los servicios ecosistémicos, para hablar de sostenibilidad, de conservación neoliberal donde todas las partes sean las ganadoras (Holmes y Cavanagh 2016), de producción limpia, de economía verde, de economía circular. También negocian en mercados de carbono, en estos espacios toman decisiones, se comprometen y activan planes en contra del cambio climático que involucran a la gran mayoría de países, aunque no tengan responsabilidad en el desastre ambiental.
Mientras todas estas discusiones ambientales se dan en las altas esferas, la mass media se encarga de posicionar en la mente de la población prácticas sustentables: reducir, reciclar y reutilizar. De hecho, trasladan la responsabilidad de los problemas ambientales a los consumidores, los instan a realizar pequeños cambios en los hábitos de consumo para “salvar el planeta”. Aunque, los medios no cuestionan a las industrias sobre el lugar y la forma en donde se proveen de los materiales requeridos. Tampoco reflexionan acerca de las condiciones laborales o ambientales que implica la extracción de los productos. En este sentido, hasta el año 2019 las compañías Celulosa de Levante (CELESA) y Ahlstrom Chirnside fueron identificadas por el artículo de El País como las principales compradoras de fibra de abacá proveniente de la compañía Furukawa en la Unión Europea.
Estas empresas se dedican a la producción de pulpas de celulosa y manejan un discurso de sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, en la página web de CELESA la empresa se presenta en estos términos: “nosotros garantizamos la preservación de los recursos naturales y la sustentabilidad; todo en el interés por el ambiente y de las futuras generaciones”[1] (CELESA 2021). Mientras que, la finlandesa Ahlstrom Munksjö no solo se inscribe en el discurso de la sostenibilidad ambiental, sino que expresa una posición sobre temas de derechos humanos: “nosotros estamos fuertemente comprometidos con el respeto de los más altos estándares de los derechos humanos, construimos relaciones con comunidades locales y proporcionamos entornos de trabajo seguro y saludable a nuestro equipo”[2] (Ahlstrom Munksjö 2021).
[1] Traducción propia de “we guarantee the preservation of natural resources and sustainability; all in the interest of the environment and future generations”.
[2] Traducción propia de “we are strongly committed to respecting the highest standards of human rights, build relationships with local communities and provide safe and healthy work environments for our team”.
El discurso ambientalista de ambas empresas, no toma en cuenta las implicaciones socioambientales en el territorio donde se localiza la conversión de áreas de bosques en cultivos de abacá, ni los procesos de deterioro ambiental que generan los monocultivos de abacá en zonas de la periferia. De hecho, este discurso da cuenta como el planeta sigue en la misma dinámica colonial descrita por Wallerstein (2004): el centro se desarrolla y para esto utiliza energías renovables, materias primas amigables con el ambiente y confía la reparación de daños ambientales a la tecnología. Ahora, el desarrollo sostenible -el que garantiza la preservación de los recursos naturales para las futuras generaciones- “es posible” gracias a la periferia, que continúa con el proceso histórico colonial de degradación social y ambiental.
Ahora bien, retornando a la agroindustria del abacá, el país empezó a ofrecer a las industrias verdes del primer mundo materiales e insumos. Por supuesto el abacá es uno de ellos, esta planta es un monocultivo considerado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) como una de las fibras del futuro. El abacá posee esta distinción de la FAO a pesar de que, su producción requiere de grandes extensiones de tierra, lo que implicó una profunda degradación ambiental de una zona con gran biodiversidad como es Santo Domingo de los Tsáchilas. A nivel social, la producción de abacá esconde una historia de más de cincuenta años de explotación de familias racializadas, campesinas, pobres. Por supuesto, la permanencia extendida de las vulneraciones de derechos da cuenta de un proceso histórico y colonial, que muy probablemente se repite en otras agroindustrias del país, así como en muchos países del sur global.
A pesar de que el número de hectáreas que Furukawa detenta es una incógnita, gracias al contacto con trabajadores y trabajadoras de la tercera edad que laboraron para la compañía desde hace muchos años, se conoce que: el acaparamiento de tierras fue paulatino, ya que la empresa adquiere pequeñas fincas familiares que se ubicaban en las tres provincias. Por ejemplo, durante un recorrido realizado por la hacienda “Isabel” ubicada en el km 42 de la vía Santo Domingo – Quevedo, un trabajador de la tercera edad evocó el recuerdo de la finca “Los Tinteros”, que tenía muchos árboles frutales -especialmente de toronja- que eran un bien común. Tiempo después, la empresa adquirió los predios y con ello los frutales desaparecieron:
Entrevista a C.C.01, 2020(…) para la compañía tener un árbol frutal no era negocio […] de allá de dónde venimos hasta acá era ¡pura toronja esta hacienda! Esta era una finca de “Los Tinteros” que le decía la Furukawa, aquí había por lo menos unos 300 palos de toronja. Aquí nos reuníamos para llevar la carga […] cogíamos no más, pero a la Furukawa no le gustaba […] no quería que hubiera un guineo parado en sus haciendas, quería tener puro abacá, ni una papaya ¡nada! una mata de verde ¡nada! […] cuando compraron nos dijeron a nosotros que las sacamos
Este relato abre una ventana al modelamiento de las relaciones sociales de producción, entre otras, la empresa acaparaba territorio, deforestaba las especies de árboles que se ubicaran en el predio para ampliar la zona abacalera y en detrimento de las opciones alimentarias de las familias campesinas. Además, la empresa prohibía expresamente la siembra de cualquier especie que no fuera abacá y restringía la cría animales menores. Pero quizás la estrategia más cruel consistía en la colocación de candados en las puertas de las haciendas, supuestamente para evitar el robo de fibra. En esta misma línea, cuando algún empleado era considerado como “problemático” debía ser desalojado sin ningún tipo de contemplación o reconocimiento de derechos. Estas prácticas son en realidad códigos, signos y normas que permiten la configuración del espacio abstracto del capital.
Sin embargo, es importante reconocer que este modelamiento es posible gracias a la relación entre el poder estatal y empresarial. El estado, a través de sus acciones y omisiones permite una serie de abusos a poblaciones campesinas marginalizadas y racializadas en post del progreso y la modernidad. Paralelamente, consigna espacios de esclavitud a empresas transnacionales, valiéndose de su aparataje. El Estado ecuatoriano es soberano en la medida en que define “quién importa y quién no, quién es desechable y quién no” (Mbembe 2016, 27).
Defensoría del Pueblo. 2019. La indigna situación de familias que viven dentro de las haciendas de abacá de la empresa japonesa Furukawa Plantaciones C.A. del Ecuador”. Informe de verificación de derechos humanos. Defensoría del Pueblo del Ecuador.
El País. 2019. “Trabajadores ecuatorianos explotados como hace 200 años”
Frank, André. 1974. El desarrollo del subdesarrollo. Bilbao: Zero.
Mbembe, Achille. 2016. “Introducción”. En Crítica de la razón negra: Ensayo sobre el racismo contemporáneo, 22-36. París: Ned Ediciones.
Wallerstein, Inmanuel. 2004. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos: un análisis de sistemas-mundo. Madrid: Akal.
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La misma población esmeraldeña que sufre el racismo y el empobrecimiento estructural desde hace generaciones, se encuentra organizada para defender sus derechos y medios de vida. Entre las principales entidades podemos situar a la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE). La UOCE viene sosteniendo por años un trabajo de formación política y agroecología con jóvenes y mujeres cuyos territorios han sido afectados por las camaroneras y las palmicultoras. También nos encontramos a colectivos como Mujeres de Asfalto, organización que integra a mujeres de la provincia que buscan incidir tejiendo espacios de construcción y deconstrucción feminista, en los que los derechos humanos de las mujeres y su implementación sean exigidos desde la incidencia efectiva con herramientas de innovación política y comunitaria.
La minería informal en Buenos Aires opera desde 2017. La extracción ilegal de oro conlleva una compleja organización social en la que están involcurados, de manera asimétrica, peones ecuatorianos, colombianos y venezolanos, bandas criminales y otros grupos encargados del transporte y el procesamiento del oro. Esta actividad se lleva a cabo en la conocida como mina vieja, área concesionada a la empresa australiana Hanrine, una de las grandes responsables de la conflictividad territorial presente en Buenos Aires. La minería informal trae consigo también formas de violencia mafiosas que pasan por la extorsión, los asesinatos y amenazas a aquellas personas que disputan las rentas generadas o a las que se oponen directamente a su presencia en Buenos Aires. Además, esta minería tiene efectos destructivos también en el propio tejido comunitario local, debido a que estimula el involucramiento de no pocas familias, quienes les proveen de servicios e insumos. De esta manera, la población queda polarizada alrededor de la minería informal, generándose conflictos que terminan con el grado relativo de cohesión social existente hasta entonces.
Buenos Aires está situada en el norte de la provincia de Imbabura, colindando con Esmeraldas, por detrás del volcán Cotacachi. Existen varias formas de llegar a esta parroquia, a pesar de su difícil acceso. La principal parte de una desviación a la altura del puesto de control de la policía en el KM de la carretera Ibarra-San Lorenzo. Con todo, también se puede llegar por Urcuquí, la cabecera cantonal, y por caminos no carrozables cruzando los páramos de El Piñan.
La formación de la cabecera parroquial comenzó en 1912, con la llegada de personas procedentes de Cahuasqui que huían de las condiciones de explotación y sometimiento impuesto por el sistema de haciendas. La parroquia se constituye como tal en 1941.
La empresa responsable por el proyecto el Domo es la minera Curimining. Sus accionistas son empresas mineras canadienses. La concesión del proyecto abarca alrededor de las 1500 hectáreas. Curimining planea extraer oro y cobre principalmente. Debido a la cantidad de minerales existentes, la concesión está catalogada bajo el régimen de mediana minería. Este proyecto es considerado uno estratégico por parte de las élites estatales a la hora de apuntalar a la minería como uno de los vectores principales de obtención de divisas, con la tendencia a la caída de las exportaciones petroleras.
Las Naves es un cantón con una producción agrícola campesina increíblemente diversificada. En sus fincas, las familias producen, entre otros, cacao, naranja, verde, banano, café, caña y limón. Además, crían ganado para carne y algunos productores han implementado proyectos turísticos, especialmente en las zonas de bosque, alrededor de cascadas y ríos.
La producción agropecuaria de Las Naves se ve beneficiada también por la relativa disponibilidad de tierras, por la fertilidad de sus suelos y por el clima favorable. Adicionalmente, y a diferencia de otras zonas rurales del país, los jóvenes campesinos de Las Naves tienden a quedarse trabajando con sus familias, dado que, la agricultura aún es un medio de vida que ofrece dignidad y perspectivas de futuro. No obstante, esta diversidad productiva está amenazada por la minería. La instalación del proyecto El Domo trae consigo el alto riesgo de contaminación de las fuentes de agua del cantón, lo que supondría un duro golpe para la continuidad de los medios de vida de gran parte de su población.
Las Naves es un cantón perteneciente a la provincia de Bolívar, ubicada en la sierra centro del país. Está situado en las faldas occidentales de Los Andes, y cuenta con un clima subtropical, con mucho calor y humedad. El cantón colinda también con la provincia de Los Ríos.
El proyecto minero pretende emplazarse en la zona alta, en una de las montañas más icónicas del cantón, conocida como El Domo. De este lugar nacen diferentes ríos que abastecen de agua a la población para su consumo y para el sostenimiento de la producción agrícola campesina no solo de Las Naves, sino también de Los Ríos.