La expansión de la palma africana en el Ecuador, parte III: violencia y despojo territorial.

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Introducción

En la anterior publicación sobre la expansión de la palma africana en el Ecuador, examinamos quiénes son los principales grupos empresariales detrás de este monocultivo. En dicha pieza, prestamos especial detalle a las maneras por las que se han beneficiado, tanto de fondos públicos estatales como multilaterales, a la hora de consolidar su posición oligopólica de dominio.

En esta última publicación, queremos detenernos en las formas que cobran los procesos de violencia, explotación y despojo protagonizados por los actores mencionados. Para ello, haremos uso de la literatura más reciente relacionada sobre la expansión de la palma fundamentalmente en Esmeraldas, provincia sobre la que converge gran parte de la violencia asociada con las dinámicas recientes de crecimiento de la oleaginosa.

Expansión mediante operaciones de compra y venta de tierras.

A la hora de hablar de los impactos socioambientales generales de la expansión de la palma, tenemos que considerar las formas por las que ésta tiene lugar. Lasso (2019) establece una tipología para diferenciar las estrategias por las cuales las plantaciones han logrado avanzar en el país. Sobre todas ellas la palma ha provocado transformaciones en la tenencia de la tierra y la pérdida de bosques nativos. Esta última ha sido especialmente marcada en la Amazonía y en el norte de Esmeraldas. Entre 1990 y 2014, la investigadora calcula que el crecimiento del cultivo “ocasionó la deforestación de 61,716 hectáreas de bosque nativo [con todo], a partir de 2008 se disminuye la expansión a costa de bosque nativo, pero se incrementa contundentemente el impacto sobre la producción diversificada campesina1.

La primera forma tiene que ver con el crecimiento de la palma a partir de transacciones formales en el mercado de tierras. En algunas zonas, como en Pichincha, Santo Domingo o Los Ríos, el crecimiento de las plantaciones ha operado a través de la transacción de títulos de tierra entre propietarios individuales. Lasso describe a estas formas de expansión como “desterritorialización campesina sobre formas de violencia indirecta”2. Los mecanismos de créditos preferenciales promovidos a lo largo de los diversos impulsos a la producción (café, cacao, palma, etc.) dirigidos a los pequeños productores hacen que éstos se endeuden fuertemente y, con bastante frecuencia, terminan por vender sus tierras para poder pagar sus obligaciones3. Esto ha favorecido la concentración de tierras por parte de las compañías más poderosas. Es el caso del grupo DANEC, cuyo avance en el sur de Esmeraldas (Quinindé) es paradigmático de esta forma de expansión. El cantón tiene el 80% de su superficie ocupada por plantaciones de Palma y es ahí donde este grupo cuenta con una hacienda de 5,500 hectáreas, conformada a partir de sucesivas compras parciales a lo largo de los años a pequeños propietarios4.

Expansión a través de la violencia directa

Existen también espacios en los que el avance de la palma acontece por medio de la violencia explícita. Es el caso del cantón San Lorenzo, al norte de Esmeraldas, lugar de gran biodiversidad que cuenta con la presencia de comunidades indígenas y afroecuatorianas. Empresas como Energy & Palm (grupo La Fabril), llegaron a la zona tras el progresivo agotamiento de los suelos y los problemas de plagas de las plantaciones al sur de la provincia5. Las compañías arribaron al cantón con la facilitación del decreto 2961 emitido en 2002 por el gobierno de Gustavo Noboa. Este decreto autorizó la reconversión de 40,000 hectáreas de reserva forestal para uso agrícola. No obstante, esta reconversión se superponía con tierras comunitarias, de las que los pueblos y nacionalidades se abastecían de productos forestales y otros medios de subsistencia. Adicionalmente, los moradores locales reportaron que la penetración de las palmeras en sus espacios de vida trajo consigo “una disminución de las lluvias y un incremento en la incidencia de enfermedades tropicales a partir de la creciente deforestación” 6. El avance de la palma africana sobre tierras comunitarias, tanto en Esmeraldas, como en la Amazonía, ha provocado numerosos desplazamientos de la poblaciones locales. La falta de seguridad jurídica de su territorio colectivo genera a estas poblaciones “dificultad para acreditarse como dueños de la tierra, lo que ha permitido que se desencadenen situaciones de despojo y desplazamiento” 7.

La deforestación y transformaciones en el uso del suelo provocadas por la extensión de las plantaciones de palma tienen un impacto directo en el agravamiento del cambio climático8. Además, liberan una gran cantidad de agrotóxicos. Estos componentes degradan la fertilidad del suelo, llegándose a “requerir hasta 35 años para que las tierras se recuperen” 9. Los agrotóxicos, junto a las plantaciones, son grandes responsables de la pérdida de biodiversidad en la Amazonía y en el Chocó.

De igual manera las zonas donde la palma está presente se ha registrado afectación a los cuerpos de agua por contaminación. Esta contaminación, asociada en la literatura al modelo de monocultivo de forma general, se ve especialmente agravada cuando las empresas palmicultoras incumplen sistemáticamente sus obligaciones ambientales y carecen de los requisitos establecidos por la ley, bajo total impunidad10.

Expansión mediante contratos de integración.

La tercera de las formas por las que la expansión de la palma opera en algunas zonas del país tiene que ver con los contratos de integración dirigidos a pequeños productores. Estos provocan la transformación de la condición campesina de estos sujetos, subordinándose a los grandes grupos empresariales. Estas formas de encadenamiento están muy presentes en Quinindé y La Concordia (Esmeraldas). El paso de los pequeños productores al monocultivo, incentivado por las compañías con todo tipo de ofertas de crédito, precios fijos y asistencia técnica, tiene considerables consecuencias en la dieta de las familias agricultoras y en el aumento de su vulnerabilidad frente a plagas, variaciones bruscas de los precios, etc.

Así, los pequeños productores pasan de mantener una relación relativamente autónoma respecto al mercado a insertarse en el mismo bajo el imperativo de acumulación sistémica11. Sobre esta modalidad, entre 1990 y 2014, 140,651 hectáreas del mosaico agrícola, características de la producción campesina, fueron transformadas por el crecimiento del monocultivo12. Ademas, ni qué decir tiene, las condiciones (precios, volúmenes exigidos, tiempos) son totalmente impuestas por las empresas.

Con este artículo cerramos una serie de tres publicaciones sobre la expansión de la palma africana en el Ecuador. En la primera de ellas nos centramos en las desigualdades en la tenencia de la tierra provocada por la expansión del monocultivo, mientras que en la segunda caracterizamos el grupo empresarial oligopólico que controla la producción y el procesamiento del aceite de palma. En esta última pieza, hemos expuesto sumariamente las formas por las que este proceso provoca despojo, explotación y violencia. Esperamos que estas publicaciones sean de utilidad para concientizar a los lectores sobre la conflictividad territorial que la palma africana provoca a lo largo y ancho del país.

 

  1. Lasso, Geovanna. La disputa de territorios en torno al sistema agroalimentario ecuatoriano. Estrategias de poder y resistencia, procesos de territorialización y desterritorialización. Tesis de doctorado. Universidad Autónoma de Barcelona, 2019, p.190. Disponible aquí.
  2. Lasso, op. cit. p.180
  3. Esto suele darse por cuestiones vinculadas a la variabilidad de los precios, problemas
    fitosanitarios
  4. Lasso, op. cit., p.190
  5. Si bien nos referiremos puntualmente a los conflictos provocados por esta empresa, otras compañías como Palmeras de los Andes (grupo Danec), Ales Palma, Palesama y Gaiza también se encuentran presentes en el cantón (Lasso, 2019. op. cit., p.177)
  6. Lasso, 2019. op. cit., p.177
  7. PODER. Informe: Impactos de la palma africana en Ecuador, 2022, p.26. Disponible aquí
  8. Diaz, Jhorman. Palma aceitera en Ecuador: análisis de la relaciónsocioambiental sobre la expansión del monocultivode la provincia de Esmeraldas. Eutopia, N.25, 2024. Disponible aquí
  9. PODER, op. cit., p.26
  10. PODER, op. cit., p.26
  11. Kay, Cristóbal, Vergara-Camus, Leandro. La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en América Latina. Campesinos, agronegocio y neodesarrollismo. CLACSO, 2018. Disponible aquí
  12. Lasso, op. cit.

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La misma población esmeraldeña que sufre el racismo y el empobrecimiento estructural desde hace generaciones, se encuentra organizada para defender sus derechos y medios de vida. Entre las principales entidades podemos situar a la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE). La UOCE viene sosteniendo por años un trabajo de formación política y agroecología con jóvenes y mujeres cuyos territorios han sido afectados por las camaroneras y las palmicultoras. También nos encontramos a colectivos como Mujeres de Asfalto, organización que integra a mujeres de la provincia que buscan incidir tejiendo espacios de construcción y deconstrucción feminista, en los que los derechos humanos de las mujeres y su implementación sean exigidos desde la incidencia efectiva con herramientas de innovación política y comunitaria.

La minería informal en Buenos Aires opera desde 2017. La extracción ilegal de oro conlleva una compleja organización social en la que están involcurados, de manera asimétrica, peones ecuatorianos, colombianos y venezolanos, bandas criminales y otros grupos encargados del transporte y el procesamiento del oro. Esta actividad se lleva a cabo en la conocida como mina vieja, área concesionada a la empresa australiana Hanrine, una de las grandes responsables de la conflictividad territorial presente en Buenos Aires. La minería informal trae consigo también formas de violencia mafiosas que pasan por la extorsión, los asesinatos y amenazas a aquellas personas que disputan las rentas generadas o a las que se oponen directamente a su presencia en Buenos Aires. Además, esta minería tiene efectos destructivos también en el propio tejido comunitario local, debido a que estimula el involucramiento de no pocas familias, quienes les proveen de servicios e insumos. De esta manera, la población queda polarizada alrededor de la minería informal, generándose conflictos que terminan con el grado relativo de cohesión social existente hasta entonces.

Buenos Aires está situada en el norte de la provincia de Imbabura, colindando con Esmeraldas, por detrás del volcán Cotacachi. Existen varias formas de llegar a esta parroquia, a pesar de su difícil acceso. La principal parte de una desviación a la altura del puesto de control de la policía en el KM de la carretera Ibarra-San Lorenzo. Con todo, también se puede llegar por Urcuquí, la cabecera cantonal, y por caminos no carrozables cruzando los páramos de El Piñan.
La formación de la cabecera parroquial comenzó en 1912, con la llegada de personas procedentes de Cahuasqui que huían de las condiciones de explotación y sometimiento impuesto por el sistema de haciendas. La parroquia se constituye como tal en 1941.

La empresa responsable por el proyecto el Domo es la minera Curimining. Sus accionistas son empresas mineras canadienses. La concesión del proyecto abarca alrededor de las 1500 hectáreas. Curimining planea extraer oro y cobre principalmente. Debido a la cantidad de minerales existentes, la concesión está catalogada bajo el régimen de mediana minería. Este proyecto es considerado uno estratégico por parte de las élites estatales a la hora de apuntalar a la minería como uno de los vectores principales de obtención de divisas, con la tendencia a la caída de las exportaciones petroleras.

Las Naves es un cantón con una producción agrícola campesina increíblemente diversificada. En sus fincas, las familias producen, entre otros, cacao, naranja, verde, banano, café, caña y limón. Además, crían ganado para carne y algunos productores han implementado proyectos turísticos, especialmente en las zonas de bosque, alrededor de cascadas y ríos.

La producción agropecuaria de Las Naves se ve beneficiada también por la relativa disponibilidad de tierras, por la fertilidad de sus suelos y por el clima favorable. Adicionalmente, y a diferencia de otras zonas rurales del país, los jóvenes campesinos de Las Naves tienden a quedarse trabajando con sus familias, dado que, la agricultura aún es un medio de vida que ofrece dignidad y perspectivas de futuro. No obstante, esta diversidad productiva está amenazada por la minería. La instalación del proyecto El Domo trae consigo el alto riesgo de contaminación de las fuentes de agua del cantón, lo que supondría un duro golpe para la continuidad de los medios de vida de gran parte de su población.

La ocupación del cantón de Las Naves es relativamente reciente. En ella confluyen diversos procesos históricos, entre los que destacamos la llegada de migrantes procedentes de las zonas altas de la sierra que salieron en busca de tierras para el cultivo a partir de la década de 1960. A Las Naves también llegó población oriunda de la costa en la segunda mitad del siglo XX que buscaba nuevos espacios en los que asentarse. Fue reconocido como cantón en 1992. Por otro lado, la minería también tiene antecedentes históricos reseñables en la región. En la década de 1990 la empresa Rio Tinto realizó varias exploraciones del potencial minero. Esta experiencia marcó un precedente, la empresa fue expulsada de las zonas en las que había incursionado y algunos de los líderes que encabezaron esa resistencia siguen presentes en la oposición al proyecto Curipamba – El Domo.

Las Naves es un cantón perteneciente a la provincia de Bolívar, ubicada en la sierra centro del país. Está situado en las faldas occidentales de Los Andes, y cuenta con un clima subtropical, con mucho calor y humedad. El cantón colinda también con la provincia de Los Ríos.

El proyecto minero pretende emplazarse en la zona alta, en una de las montañas más icónicas del cantón, conocida como El Domo. De este lugar nacen diferentes ríos que abastecen de agua a la población para su consumo y para el sostenimiento de la producción agrícola campesina no solo de Las Naves, sino también de Los Ríos.