Transformaciones en las formas de violencia minera, parte III: la resistencia anti-minera en la encrucijada.

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En la pieza anterior de esta publicación profundizamos sobre cómo la presencia de la minería informal contribuye a la transformación de las formas que cobran los conflictos por minería en espacios como Buenos Aires. Con esta última entrega, quisiéramos cerrar este análisis sobre las formas de hibridación de la violencia minera corporativa e informal con algunos apuntes que atañen a la población local que resiste la entrada de cualquier tipo de minería en sus espacios de vida. Estas personas están atravesadas por una situación llena de tensiones, angustias y contradicciones.

Una capilaridad minera que tensiona.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta que si por lo general, la llegada de la minería corporativa suele provocar fracturas al interior de las poblaciones, como ocurre por ejemplo en el caso de Las Naves (Imbabura), las polarizaciones causadas por la minería informal adquieren otras connotaciones en términos cualitativos y de escala.

Hay que considerar que, para que la minería ilegal logre consolidarse en un espacio como Buenos Aires, es necesario cierto grado de involucramiento local.

Hay que considerar que, para que la minería ilegal logre consolidarse en un espacio como Buenos Aires, es necesario cierto grado de involucramiento local. Muchas personas de la comunidad participan directa -las menos- o indirectamente -las más- en esta actividad. Las empresas, por lo general, reservan algunos servicios para la contratación local, pero tienen autonomía y capacidad para organizar los suministros vinculados con sus operaciones. La minería informal, sin embargo, necesita establecer una densidad mayor de relaciones locales a la hora de garantizarse hospedaje, alimentación, servicios de mantenimiento de vehículos y equipamientos, materiales, etc. Esto suele terminar haciendo que este tipo de minería construya una nada desdeñable capilaridad en el tejido social local.

A menudo, los mineros informales contratan servicios locales de transporte de materiales, comida y otros insumos para poder establacerse en las zonas mineras.

Adicionalmente, la penetración de la minería informal provoca tensiones al interior de las propias familias de la comunidad. Para el caso de Buenos Aires, por ejemplo, la presidenta de la Junta Parroquial nos explicaba que parte de su familia, con la que ha roto relaciones, arrienda unos terrenos para las operaciones de los mineros informales. Estas divisiones minan el grado de cohesión local característico de comunidades como Buenos Aires y generan mucho sufrimiento para las y los implicados.

Las amenazas a la integridad de quienes rechazan la minería.

Otro aspecto crítico para aquellas personas que se oponen a cualquier tipo de minería en este tipo de contextos está relacionado con su seguridad física. Es bien sabido que las empresas se valen de sicarios a sueldo a la hora de intimidar, amenazar o asesinar a aquellos que les resulten demasiado incómodos para sus proyectos.

las formas de intimidación y de violencia ejercida por la minería informal son más impredecibles y menos rastreables.

Esta violencia corporativa ha sido bien analizada y conocemos sus patrones, sus fases. Sin embargo, las formas de intimidación y de violencia ejercida por la minería informal son más impredecibles y menos rastreables. Podríamos decir que genera, para los que nos dedicamos a apoyar a las comunidades que resisten y para los que ejercen este tipo de resistencia, una dificultad de lectura, de anticipación y de respuesta estratégica.

Colocando nuevamente a Buenos Aires como ejemplo de esto último, la presidenta de la Junta Parroquial es perfectamente consciente de las amenazas de muerte vertidas sobre ella en la forma de rumores que se propagan en un ámbito social muy reducido. Nos es más fácil identificar a una empresa como la fuente de violencia y planear acciones para ponerla en evidencia, como campañas mediáticas y de incidencia en la opinión pública. Sin embargo, cuándo se trata de la minería informal, con frecuencia únicamente podemos interpelar al estado. Y esa estrategia, aunque irrenunciable, está cargada de problemas.

Al final, la vieja pregunta, ¿qué hacer?

Podríamos decir que las tensiones a las que están sometidos los moradores que resisten a la minería en contextos como el de Buenos Aires pueden ser formuladas bajo la siguiente pregunta: ¿con quién estamos menos mal? Si el objetivo final, ideal, es librarse de la minería en su territorio, los pasos, las decisiones concretas que tienen que tomar para avanzar hacia el mismo están atravesadas por esta pregunta.

Vemos esto último cuando pensamos en la estrategia seguida por Buproe y el equipo jurídico que acompaña a esta organización local que resiste a la minería.

Una militarización del territorio podría suponer por tanto un puente de plata para la eventual retomada de la empresa. ¿Qué otros caminos quedan?

Buproe está muy centrada en la confrontación jurídica con Hanrine, sobre todo a raíz de los intentos de penetración de la compañía de la mano de la policía en abril-junio del 2021. Esta pelea jurídica se intensificó a partir de los enfrentamientos con funcionarios de la minera y con las autoridades, en los quevarios comuneros fueron criminalizados. Posteriormente, con la acumulación de evidencias y documentación sobre las irregularidades en el proceso de la titularización de la concesión, Buproe y sus abogados decidieron presentar una acción de protección que hoy en día está en la Corte Constitucional.

Con todo, hoy por hoy, los mayores problemas que enfrentan los que resisten al extractivismo en Buenos Aires tienen que ver con la minería informal. Una minería a la que ni el ejército, ni la policía, ni la ARCOM han logrado expulsar definitivamente. Cada operativo ha resultado en una retomada de los mineros ilegales poco tiempo después. La contaminación actual en la parroquia proviene principalmente de esta actividad, y las mayores amenazas para los representantes comunitarios también.

¿Qué significaría para la presencia de este tipo de minería una victoria contra Hanrine? ¿Provocaría un aumento de la llegada de mineros, tal y como ya ocurrió cuando la empresa paró sus operaciones hace un par de años? Al mismo tiempo, ¿qué consecuencias tendría, de cara a un potencial avance de la minería corporativa, un mayor compromiso del Estado para expulsar a los mineros informales de Buenos Aires? La gente local que lucha contra la minería es perfectamente consciente de que el estado tiene a la minería empresaria en Buenos Aires como uno de los proyectos estratégicos para la consolidación del sector en el país. Una militarización del territorio podría suponer por tanto un puente de plata para la eventual retomada de la empresa. ¿Qué otros caminos quedan? La eterna pregunta: ¿qué hacer? Trabajar sobre esto en el corto-mediano plazo nos parece central para el futuro.

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La misma población esmeraldeña que sufre el racismo y el empobrecimiento estructural desde hace generaciones, se encuentra organizada para defender sus derechos y medios de vida. Entre las principales entidades podemos situar a la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE). La UOCE viene sosteniendo por años un trabajo de formación política y agroecología con jóvenes y mujeres cuyos territorios han sido afectados por las camaroneras y las palmicultoras. También nos encontramos a colectivos como Mujeres de Asfalto, organización que integra a mujeres de la provincia que buscan incidir tejiendo espacios de construcción y deconstrucción feminista, en los que los derechos humanos de las mujeres y su implementación sean exigidos desde la incidencia efectiva con herramientas de innovación política y comunitaria.

La minería informal en Buenos Aires opera desde 2017. La extracción ilegal de oro conlleva una compleja organización social en la que están involcurados, de manera asimétrica, peones ecuatorianos, colombianos y venezolanos, bandas criminales y otros grupos encargados del transporte y el procesamiento del oro. Esta actividad se lleva a cabo en la conocida como mina vieja, área concesionada a la empresa australiana Hanrine, una de las grandes responsables de la conflictividad territorial presente en Buenos Aires. La minería informal trae consigo también formas de violencia mafiosas que pasan por la extorsión, los asesinatos y amenazas a aquellas personas que disputan las rentas generadas o a las que se oponen directamente a su presencia en Buenos Aires. Además, esta minería tiene efectos destructivos también en el propio tejido comunitario local, debido a que estimula el involucramiento de no pocas familias, quienes les proveen de servicios e insumos. De esta manera, la población queda polarizada alrededor de la minería informal, generándose conflictos que terminan con el grado relativo de cohesión social existente hasta entonces.

Buenos Aires está situada en el norte de la provincia de Imbabura, colindando con Esmeraldas, por detrás del volcán Cotacachi. Existen varias formas de llegar a esta parroquia, a pesar de su difícil acceso. La principal parte de una desviación a la altura del puesto de control de la policía en el KM de la carretera Ibarra-San Lorenzo. Con todo, también se puede llegar por Urcuquí, la cabecera cantonal, y por caminos no carrozables cruzando los páramos de El Piñan.
La formación de la cabecera parroquial comenzó en 1912, con la llegada de personas procedentes de Cahuasqui que huían de las condiciones de explotación y sometimiento impuesto por el sistema de haciendas. La parroquia se constituye como tal en 1941.

La empresa responsable por el proyecto el Domo es la minera Curimining. Sus accionistas son empresas mineras canadienses. La concesión del proyecto abarca alrededor de las 1500 hectáreas. Curimining planea extraer oro y cobre principalmente. Debido a la cantidad de minerales existentes, la concesión está catalogada bajo el régimen de mediana minería. Este proyecto es considerado uno estratégico por parte de las élites estatales a la hora de apuntalar a la minería como uno de los vectores principales de obtención de divisas, con la tendencia a la caída de las exportaciones petroleras.

Las Naves es un cantón con una producción agrícola campesina increíblemente diversificada. En sus fincas, las familias producen, entre otros, cacao, naranja, verde, banano, café, caña y limón. Además, crían ganado para carne y algunos productores han implementado proyectos turísticos, especialmente en las zonas de bosque, alrededor de cascadas y ríos.

La producción agropecuaria de Las Naves se ve beneficiada también por la relativa disponibilidad de tierras, por la fertilidad de sus suelos y por el clima favorable. Adicionalmente, y a diferencia de otras zonas rurales del país, los jóvenes campesinos de Las Naves tienden a quedarse trabajando con sus familias, dado que, la agricultura aún es un medio de vida que ofrece dignidad y perspectivas de futuro. No obstante, esta diversidad productiva está amenazada por la minería. La instalación del proyecto El Domo trae consigo el alto riesgo de contaminación de las fuentes de agua del cantón, lo que supondría un duro golpe para la continuidad de los medios de vida de gran parte de su población.

La ocupación del cantón de Las Naves es relativamente reciente. En ella confluyen diversos procesos históricos, entre los que destacamos la llegada de migrantes procedentes de las zonas altas de la sierra que salieron en busca de tierras para el cultivo a partir de la década de 1960. A Las Naves también llegó población oriunda de la costa en la segunda mitad del siglo XX que buscaba nuevos espacios en los que asentarse. Fue reconocido como cantón en 1992. Por otro lado, la minería también tiene antecedentes históricos reseñables en la región. En la década de 1990 la empresa Rio Tinto realizó varias exploraciones del potencial minero. Esta experiencia marcó un precedente, la empresa fue expulsada de las zonas en las que había incursionado y algunos de los líderes que encabezaron esa resistencia siguen presentes en la oposición al proyecto Curipamba – El Domo.

Las Naves es un cantón perteneciente a la provincia de Bolívar, ubicada en la sierra centro del país. Está situado en las faldas occidentales de Los Andes, y cuenta con un clima subtropical, con mucho calor y humedad. El cantón colinda también con la provincia de Los Ríos.

El proyecto minero pretende emplazarse en la zona alta, en una de las montañas más icónicas del cantón, conocida como El Domo. De este lugar nacen diferentes ríos que abastecen de agua a la población para su consumo y para el sostenimiento de la producción agrícola campesina no solo de Las Naves, sino también de Los Ríos.